viernes, 4 de julio de 2014

CUATRO RETOS PARA LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA

Editorial Radio Revista Sembrando Futuro del 3 de julio del 2014

Es una constante durante los últimos diez años la preocupación de la sociedad en torno a la violencia, aun cuando asuma diversos nombres: delincuencia, criminalidad, seguridad, violencia, inseguridad, etc. Y en estos diez últimos años, el último gobierno de ARENA entre 2004 - 2009 y el primero del FMLN entre 2009 – 2014, no hemos sido capaces de acertar con la mitigación, contención, prevención, reducción de la violencia.

Según cifras del Ministerio del Exterior, por fondos de cooperación (oficial y no gubernamental) se han invertido un promedio de un millón de dólares mensuales en esos últimos diez años, pero no hemos sido capaces de reducir ni prevenir, sino más bien todo lo contrario: hemos presenciado una tendencia alcista en la violencia, tal como la mide la tasa de homicidios. La excepción está en el cuestionado y minusvalorado período de La Tregua.

Diez años ensayando diversas modalidades de prevención de la violencia, más todos los muertos en ese período, deberían ser suficientes para hacernos cambiar de estrategia y caer en la cuenta que en realidad, mientras no entendamos la violencia, no vamos a poder prevenirla.

Esencial en este punto es entender su causalidad. Dar una respuesta eficaz al problema de la violencia implica responder a sus causas, no sólo a sus efectos y factores de riesgo asociados.

Continuamente hemos caído en la trampa de atender factores de riesgo, como el ocio, por ejemplo, sin atender la causa real. Así, siendo una cosa provechosa y necesaria de promover el deporte, hemos creído que con promover el deporte estamos haciendo prevención. Y no es así. El deporte es importante y debe promoverse, pero en sí mismo no previene la violencia (algunas veces hasta la promueve como suele verse en los estadios).

Presento a continuación cuatro retos:

1. Necesidad de responder radicalmente a la causa mientras se mitigan los factores de riesgo. Venimos trabajando bastante en los factores de riesgo: ocio, disponibilidad de armas, débil cohesión social, desintegración familiar, pero no hemos atendido la causa. La causa de la violencia está en la humillación abrumadora que interpersonalmente se vive a partir de condiciones económico - sociales. Ahí donde se lacera la dignidad de las personas, hay violencia.

Ahí donde se promueve la dignidad de las personas, se previene la violencia. Atender factores de riesgo sin promover la dignidad de las personas, es ineficiente para la prevención de la violencia.

2. El nivel de la problemática de la violencia no puede darse el lujo de dar respuestas sólo para el largo plazo, ni sólo para el corto plazo. Se necesita impulsar respuestas inmediatas pensadas estratégicamente y sólo implica cambios radicales en algunos puntos: una policía menos militar y más civil; serios programas de rehabilitación, fuerte inversión social comunitaria, terminar con la estigmatización de la juventud, etc.

3. Debemos diferenciar la prevención del delito, de la prevención de la violencia. No es lo mismo, aunque estén relacionados. Hay mucha violencia que permitimos que luego se convierte en delito. Al enfocarnos en el delito, simplemente nos mantenemos en los niveles de violencia porque no desmontamos la violencia que sostiene el delito. Debemos centrarnos en la cultura de la violencia.

4.   Factor de éxito de todo programa es la participación. Esto requiere mucho diálogo: nadie puede ser excluido, ninguna opción descartada. Con respecto al trabajo de prevención, es responsabilidad de todos y el principio básico de cultura de paz es el diálogo. Incluso los pandilleros, entendidos no como crimen organizado, sino como problema social, necesitan ser escuchados.

Luis Monterrosa
Director

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