jueves, 10 de julio de 2014

EL SISTEMA CARCELARIO Y LA VIOLENCIA EN EL SALVADOR

Editorial, Radio Revista Sembrando Futuro del 10 de julio del 2014

Para nadie es un secreto la actual situación crítica de los Centros Penitenciarios y Bartolinas de la PNC. Más allá de la cantidad de personas sin procesar, las condiciones de hacinamiento, de alimentación, de inseguridad son realmente alarmantes. A esta situación debe agregarse además dos puntos. Por un lado, se visualiza a los centros penitenciarios como lugar de origen de buena parte de la criminalidad, utilizando sobre todo el sistema de telefonía celular. Por otro lado, una cuestión de fondo: los Centros Penitenciarios no están funcionando para lo que fueron creados como centros de rehabilitación.

En términos generales, El Salvador no es excepción alguna en cuanto al funcionamiento y regulación del sistema carcelario. Problemas similares los hay en Honduras, Guatemala e incluso en Estados Unidos. De hecho, esta situación corresponde a una cultura que privilegia el castigo. Como muy bien señalan los especialistas, las sociedades en donde más se castiga, más violentas son. Hay una correlación entre las formas disciplinarias que privilegian el castigo y los niveles de violencia.

Esto conduce a un círculo vicioso. Se captura y se castiga a los delincuentes enviándoseles a la cárcel. Ahí reciben “su merecido” en forma de violencia carcelaria para luego reproducir esa violencia hacia afuera. No es gratuito que efectivamente la cárcel es una institución reproductora de la violencia y el delito. Lo más grave es que son los más desprotegidos y marginados los que van a la cárcel: es más probable que llegue a Mariona el que se robó dos gallinas, que el que hizo desaparecer diez millones de la cooperación. Incluso en la administración carcelaria nos falta democratizar.

Pero sobre todo nos falta mucho todavía por convertir los penales en centros efectivos de rehabilitación. Es lo que técnicamente se conoce como prevención terciaria. Los especialistas y burócratas lo saben, pero nunca se impulsan programas efectivos.

Ya en 2005 la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen (UNODC) en la declaración del Decimoprimer Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito y el Trato de los Delincuentes “instó a los Estados Miembros a reconocer la importancia de desarrollar aún más políticas, procedimientos y programas de justicia restaurativa que incluyan alternativas a los procesos judiciales”.

Eso recomendó las Naciones Unidas hace casi diez años. Eso abordaría la crisis carcelaria. Eso ayudaría en prevención de la violencia. Reduciría la criminalidad. A ver cuándo comenzamos.

Luis Monterrosa
Director

No hay comentarios: