miércoles, 30 de marzo de 2011

Una propuesta. ¿La toman o la dejan?

Benjamín Cuellar Martínez


Hace ocho días, el domingo 20 de junioel 2010, fue incinerado un bus del transporte público en Mejicanos. En esa ciudad vecina de la capital de mi país, San Salvador, murieron en el instante –en un solo instante infernal– más de diez personas; entre las víctimas fatales se encontraba una niña cuyo paso en este mundo apenas alcanzó los dieciocho meses. En los días inmediatos luego del bestial suceso la cifra se incrementó hasta alcanzar las dieciséis, de treinta y una que viajaban en el vehículo. Casi simultáneamente, fueron ametralladas dentro de otro bus tres personas: dos niñas y un hombre.


Ese fin de semana se contabilizaron más de cincuenta asesinatos en un país donde hace más de dieciocho años terminó una guerra que produjo antes y durante la misma, según los cálculos más aceptados y quizás más conservadores, setenta y cinco mil muertes violentas entre la población civil no combatiente a lo largo de entre tres o cuatro lustros; hay que agregarles más de ocho mil personas desaparecidas y una abundante cantidad de detenciones ilegales y víctimas de torturas.


Por lo que se ve, los acuerdos que pusieron fin al conflicto armado no fueron lo suficientemente magnánimos con una Patria que continúa limpiando la sangre derramada por su gente y llorando junto a las familias dolientes cada una de esas tragedias. ¿Por qué? No por los documentos en sí mismos sino por sus interesadas interpretaciones, manipulaciones y convenientes cumplimientos de lo pactado que quedaron en manos de quienes los firmaron. A estos les entregaron la exclusividad de su ejecución y se excluyó de la misma a quien puso la mayor cuota de sacrificio a lo largo de tantos años: el pueblo salvadoreño.


Por eso, El Salvador está herido; desde hace casi dos décadas su cuerpo social se debate entre los discursos políticos que ofrecen tiempos mejores y un presente desgarrador. El país está roto, maltrecho, y aun así continúa firme la decisión oficial de no someterlo al inevitable tratamiento curativo: el de la verdad, la justicia y la reparación para todas las víctimas. ¡Todas! Las de antes, durante y después de la guerra; las que produjeron cualquiera de los bandos que se enfrentaron en el campo de batalla; las que siguen produciendo quienes continuaron enfrentándose en las campañas electorales y el Salón Azul de la Asamblea Legislativa después de firmada entre ellos la “paz”.


Si antes se pasearon la muerte y otros dolores por todo el territorio nacional debido al enfrentamiento político entre dos partes, hoy siguen reinando en El Salvador a consecuencia de las políticas públicas miopes, desacertadas y egoístas de los sectores interesados en evadir la necesaria rendición de cuentas; también por la oposición de los que no vieron al país como un todo en peligro y esquivaron la enorme responsabilidad de plantarse como firmes defensores de los intereses mayoritarios, urgidos de instituciones estatales fuertes.


No investigaron ni juzgaron a los autores de las masacres de El Mozote; al contrario, los encumbraron como “héroes” que salvaron al país de las “garras del comunismo” y lo hicieron pese a que se documentaron, testimonial y científicamente, los hechos. Sólo para muestra, un botón tomado del informe de la Comisión de la Verdad:


“En el Convento, se encontraron restos óseos correspondientes a un mínimo de 143 personas. Sin embargo, el análisis de laboratorio realizado indica que ‘puede haber habido un número mayor de muertos. Esta incertidumbre con respecto al número total de esqueletos es una consecuencia de las masivas lesiones peri-morten, el daño post-morten y el grado de mezcla de los restos. Muchos infantes podrían haber sido totalmente cremados; otros niños tal vez no fueron contados debido a la extensa fragmentación de las partes del cuerpo’ […] Los restos óseos y los elementos encontrados en el Convento muestran numerosos signos de daño producido por aplastamiento y por un incendio […] La mayoría de las víctimas eran menores de edad. Los expertos determinaron en un primer momento, después de realizar la exhumación, que ‘Aproximadamente el 85% de las 117 víctimas eran niños menores de 12 años’, aclarando que una estimación más exacta de la edad de los individuos se harían en el laboratorio […] Allí fueron identificados los restos de esqueletos identificados de 143 individuos, de los cuales 131 correspondían a niños menores de 12 año, 5 a adolescentes y 7 adultos. Agregaron que ‘El promedio de edad de los niños es de aproximadamente seis años de edad’ […] Una de las víctimas era una mujer embarazada”.


En nuestro país, pues, hay una enorme escuela de crueldad; pero sobre todo, de impunidad. Y las secuelas dañinas de todo eso, las siguen sufriendo las mayorías populares: la población campesina, la del comercio “informal”, la desempleada, la descontenta… Esas que Ignacio Ellacuría definió como aquellas que no pueden satisfacer sus necesidades básicas fundamentales, que están marginadas por minorías elitistas y que se encuentran en condición de desposeídas por ordenamientos sociales históricos excluyentes, tanto en lo económico como en lo político.


¿Por qué no se exigió la pena de muerte para los responsables de las atrocidades ocurridas en El Mozote o de otros hechos similares? ¿Porque la venganza no es ninguna solución para esos males, sino un estímulo para que se agraven? Eso, que es cierto, no fue el motivo real para no aplicarles esa sanción fatal y sin retorno. La razón última para no “molestar” de ninguna forma a los criminales, fue la de protegerlos. Había que, al menos así se dijo, evitar que “corriera más sangre” y “hubiera otra guerra”; dicho en otras palabras: que si los sectores económicos, políticos y sociales a los que pertenecían los violadores de derechos humanos –llámense Domingo Monterrosa o Mayo Sibrián, Roberto D’Abuisson o Joaquín Villalobos– eran “tocados”, habrían usado el poder que tenían y tienen para impedir la consumación de semejante medida.


Por eso no fueron siquiera investigados y sancionados de alguna forma que no fuera el fusilamiento o la inyección letal. Por eso sus víctimas no recibieron justicia ni fueron reparados los daños que les causaron. Por eso no se fortalecieron las instituciones estatales correspondientes ni se dejaron funcionando para que hechos similares como el que ahora nos indigna con toda razón, aunque sus causas sean otras, no ocurrieran. Por eso no se sentaron los necesarios precedentes para evitarlos en la medida de lo posible. Por eso ahora, el crimen organizado –ya no como antes el que desde el aparato estatal violó derechos humanos– se pasea campante con sus otros dos rostros: el de la corrupción y el del tráfico de drogas, armas, vehículos, personas y más.


Propongamos, entonces, intentar lo que no se ha intentado hasta ahora. Más allá de las manos duras y súper duras, los provisionales pero casi permanentes usos de los militares en tareas de seguridad pública, las recriminaciones mutuas de incapacidad entre los dos bandos de siempre y las oportunistas mociones de las “banditas” partidistas, que se haga lo que nunca se ha hecho. Que se cree una Comisión Internacional contra la Impunidad, pero para todo el “triángulo norte” de Centroamérica. No sólo para Guatemala sino también para Honduras y El Salvador, pues los vasos comunicantes de las mafias criminales existen. Patrocinada por las Naciones Unidas y liderada, por ejemplo, por alguien de la estatura de Baltasar Garzón ahora que está desempleado por pensar y actuar en favor de las víctimas de la violencia y la impunidad de cualquier signo.


Y que se le dé la misión de combatir los tres rostros del crimen organizado. Que investigue la verdad y promueva la sanción de todos los responsables de lo que ahora nos abate: las estructuras que posibilitaron las violaciones de derechos humanos, las de la corrupción y las de los traficantes de todo lo que promueve el enriquecimiento ilícito, generador de la violencia insoportable que puede echar al traste lo poco que se ha avanzado en la reforma de esta parte de la región.


¿Les parece o no? ¿La toman o la dejan? Si no, que Dios nos agarre confesados.


Artículo, publicado en Contrapunto, 29 de junio del 2010

martes, 29 de marzo de 2011

Comunicado

23 ORGANIZACIONES DENUNCIAN MAS DE 2000 VIOLACIONES CONTRA DEFENSORES/AS DE DERECHOS HUMANOS EN LAS AMÉRICAS

Washington D.C, 29 de marzo de 2011 – El clima de inseguridad en el que trabajan los y las defensores/as de derechos humanos en las Américas ha alcanzado niveles alarmantes. Esta situación responde a la persistencia de ataques por parte de actores estatales o que actúan con su respaldo o tolerancia, como paramilitares, y a la aparición de nuevas formas de hostigamiento por parte del crimen organizado y empresas extractivas con intereses económicos en la región. Así lo denunciaron hoy 23 ONGs de 11 países reunidas en Washington D.C para el 141 periodo de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En un informe de 2010, Naciones Unidas señaló que entre 2004 y 2009 se registraron más de 146 denuncias de amenazas a defensores/as de derechos humanos en las Américas. Según este organismo, los países donde más denuncias se producen son Colombia, México, Guatemala,
Brasil y Perú (en ese orden).

Las organizaciones de defensores/as denunciaron una realidad aún más preocupante. Según sus investigaciones, en Colombia entre 2002 y 2009 más de 1000 defensores fueron víctimas de agresiones incluyendo asesinatos, amenazas, detenciones arbitrarias y torturas ;y sólo en el 2010 se registraron al menos 32 asesinatos de defensores. Son especialmente preocupantes las violaciones contra quienes trabajan por los derechos de las personas desplazadas, lideresas de grupos de mujeres, los/las que trabajan por la restitución de tierras y sindicalistas. Así, 46 líderes de desplazados activos en procesos de restitución de tierras fueron asesinados entre el 2002 y el 2011.

En Guatemala se registraron 1072 agresiones de 2007 a 2010, de las cuales 45 fueron asesinatos y el 98% quedaron impunes. Mientras tanto, en Honduras por lo menos 50 defensores/as han sido asesinados desde que se produjo el golpe de Estado. Los representantes de la sociedad civil reunidos en Washington D.C hicieron particular hincapié en el incremento de actividades ilegítimas de inteligencia por parte de los Estados contra los defensores/as de derechos humanos.

Las organizaciones solicitaron a la CIDH crear una relatoría u oficina específica encargada de la protección de los defensores/as. También pidieron a este organismo que exija a los Estados que implementen medidas efectivas de protección y mejores políticas públicas que garanticen el trabajo de defensores/as, y la investigación de los actos de violencia y amenazas realizados en contra de personas que ponen en riesgo su vida para denunciar situaciones de injusticia social.

Listado de organizaciones: Amazon Watch/ Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh) / Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua / Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) / Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”, México/ Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, México/ Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL)/ Corporación de Defensa y Promoción de los Derechos del Pueblo (CODEPU) /Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, A.C. (CMDPDH) / Comité de Defensa integral de Derechos Humanos “Gobixha”, AC. / Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) / Comité de Familiares de Víctimas (COFAVIC)/Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) / Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR)/ / Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (INREDH) / Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas (IDHUCA) / Global Rights Partners for Justice/ Observatorio Ciudadano, Chile/ Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (PROVEA) / Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red TDT) / Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos (UDEFEGUA) / Washington Office on Latin América (WOLA) /

Apuntes breves de un justo Tribunal

Pasadas las diez de la mañana del lunes 21 de marzo, un expectante y acogedor ambiente era el escenario propicio que Arcatao ofrecía para iniciar la tercera edición del Tribunal internacional para la aplicación de la justicia restaurativa en El Salvador. Su iglesia abrió las puertas de par en par para recibir a quienes −provenientes de esa ciudad “chalateca”, de otros municipios del mismo departamento, del resto del país y de otras tierras− se encontraron en torno a una mismo propósito: el de honrar a monseñor Óscar Arnulfo Romero entre la gente por la que ofreció su vida, intentando ser fieles a su legado. Verdad, justicia y reparación es la exigencia principal de las víctimas sobrevivientes y las familias de aquellas que fueron asesinadas o desaparecidas, escrita en la manta colocada al frente del templo católico. Su destinatario ausente en el evento: una representación estatal en capacidad de darle respuesta.

José María Tomás y Tío, el valenciano presidente del Tribunal, dio inició a la primera jornada en compañía de la entrañable Gloria Giralt de García Prieto −emblemática víctima salvadoreña de la violencia y la impunidad durante la posguerra− y Suelli Bellato, vicepresidenta de la Comisión de Amnistía de Brasil; completaba el solidario grupo de jueces otro querido jurista también de Valencia, España: José Ramón Juaniz. Cada cual intervino en el arranque de las sesiones.

José María anunció que habían decidido, una vez más, que el Tribunal estuviese “presidido por las victimas. Esta es la razón por lo que Ustedes ven que en el centro de esta mesa hay una silla no vacía; es la silla prioritaria, la que tiene mayor consideración y la que tiene delante las flores que en nombre del pueblo salvadoreño y en el nuestro, este Tribunal ofrece a cada una de las personas que van a ir pasando por aquí. Tengan la amabilidad de relatarnos su experiencia, su historia, su vida; reciban nuestro reconocimiento, nuestro respeto y nuestra obediencia”.

Siguió Gloria, la vicepresidenta, quien reconoció y agradeció el honor de “poder rescatar a las victimas del anonimato, saber que todas las victimas tienen un nombre, saber que todas las victimas ya no son parte de una estadística sino que están aquí contando sus casos, pidiendo justicia categóricamente, recordando todos los hechos y denunciando todos los delitos que se cometieron con ellas”.

Haciendo gala de su “portuñol”, Suelli dijo: “Veo con mucha alegría los jóvenes, los estudiantes que están acá. Porque están como acercándose a su historia para cuidarla y hacerla vivir en la memoria. Por aquellos que lucharon por un país mejor, más justo, vengo acá con mi compañera Ruanna del proyecto educativo, porque queremos aprender con Ustedes que la verdad y la dignidad hacen parte de una gran defensa de la humanidad”.

“Ustedes las víctimas −cerró esta parte introductoria José Ramón− nos piden cercanía, proximidad a sus vidas y a sus comunidades, reconocimiento social, verdad y reparación. La justicia sólo es verdadera justicia si es restaurativa, si contribuye a recuperar la verdad y a restaurar a las victimas en sus derechos; pero también si consigue demostrar y denunciar quiénes fueron los que violentaron esos derechos y, al mismo tiempo, establecer las medidas necesarias para garantizar las mejor calidad de vida a las personas y comunidades sobrevivientes”.

Las palabras de los alcaldes de Arcatao y Nueva Trinidad −José Milton Monge Alvarenga y José Raymundo Alas, respectivamente− sirvieron para reafirmar lo que desde el inicio de este esfuerzo en marzo del 2009 ha estado siempre claro: que la ansiada pacificación del país sólo se logrará abajo y adentro, porque quienes dijeron y dicen intentar alcanzarla arriba y afuera ya dieron suficientes muestras de incapacidad, indolencia e insolencia.

“Aunque la mentira halla caminado cien años −sentenció el edil anfitrión− la verdad la alcanza en una hora. Quiero decir que estamos dispuestos a contribuir y quiero agradecer a la mesa principal, a la UCA y a quienes estamos acá, especialmente a los niños y las niñas que también están con nosotros. Aunque hay heridas que no han cicatrizado, con esas investigaciones van a terminar de cicatrizar las secuelas para que eso no se vuelva a repetir y para contribuir a la paz, a la justicia en El Salvador y en el mundo. Por eso estamos acá. Quiero decirles bienvenidos. En mi calidad de alcalde principal es un honor, es una dicha el que hayan seleccionado al municipio de Arcatao”.

El gobernante de Nueva Trinidad se expresó así: “Somos los protagonistas de dar testimonio de lo que en estos pueblos aconteció. Es importante centrarnos en el tema y ser nosotros los dispuestos a comprometernos para darle vida a este proceso, a darle seguimiento en una zona muy remota de Chalatenango. Es importante la representación de El Salvador, Brasil y España. Es un tribunal internacional el cual, creemos, puede llegar al trasfondo de la situación: a su inicio pero también al final, que es hacer justicia y alcanzar la reconciliación. Es importante porque, creemos nosotros, no es correcto que esta situación que se dio en El Salvador vuelva a suceder. Sólo nosotros podemos detener cualquier represión en el futuro, si hoy hacemos un buen trabajo donde se haga constar que repudiamos esa situación que se dio en nuestro país”.

Tras la exposición de las legítimas razones por las que nació y se mantiene con vida el Tribunal, con abundantes motivos para seguir creciendo, se empezaron a escuchar las voces necesarias. Hablaron parientes de las mujeres ejecutadas en el caserío El Rincón, cantón Manaquil, municipio de Nueva Trinidad; también de los niños y las niñas que murieron bajo el fuego criminal de las fuerzas gubernamentales en la Comunidad Ignacio Ellacuría, caserío Guancora, municipio de Arcatao.

Grabadas en todas las mentes presentes quedaron sentimientos y mandatos de las víctimas declarantes. Por ejemplo, éste: “Yo quisiera ver un resultado, porque nosotros sentimos a la familia. Que tuviera un castigo el que lo hizo, porque lo hizo injustamente. No lo hacía porque le habían hecho algo a él”. O éste: Yo lo que deseo es que castiguen a los que hicieron eso en la Casa Comunal, la masacre. Y que no quede escrito en los papeles, que se cumplan los acuerdos que aquí se van a tomar. Yo le pido al Tribunal que no se quede así nomás, que haya justicia. Eso es lo que pido como madre que siente sus hijos”.


Benjamín Cuéllar

*artículo publicado en Contrapunto

jueves, 24 de marzo de 2011

“HAZTE OIR, PON FIN A LA DISCRIMINACIÓN”


CONVERSATORIO SOBRE DERECHOS HUMANOS

“HAZTE OIR, PON FIN A LA DISCRIMINACIÓN”

DIA: 25 DE MARZO DEL 2011

HORA: 3:00 P.M.

LUGAR: AULA I – 15 DEL EDIFICIO DE MAESTRIAS, UCA

Objetivo:


Abrir el dialogo con el Estado, instituciones y la sociedad civil para analizar y comprender las expresiones y dinámicas de la exclusión social, política, económica y cultural de la población indígena y afro descendientes de cara a compromisos que puedan incidir a un ejercicio efectivo de sus derechos humanos.


En la Mesa principal nos acompañarán:

Señora Carmen Rosa Villa, representante Oficina Regional en Panamá del Alto Comisionado de Derechos Naciones Unidas

Señor Alfonso Avelar, Director de Pueblos Indígenas de la Secretaría de Inclusión Social

Señora Dorte Ellehammer, Coordinadora Residente a.i PNUD

Señor Gerardo Alegría, Procurador Adjunto Derechos Civiles, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.

Representante de comunidades indígenas en El Salvador.

las y los esperamos.

viernes, 11 de marzo de 2011

TRES MUJERES INOLVIDABLES

En un país con una historia como la nuestra, donde la injusticia estructural ha determinado para mal el destino de sus mayorías populares, a casi dos décadas del fin de la guerra cualquier mes entre 1975 y 1991 es heroico y martirial. Pero entre los doce, marzo es especial. Durante el mismo murieron a manos de los poderes visibles y ocultos el jesuita Rutilio Grande y sus acompañantes campesinos, un adulto mayor y un adolescente, en 1977; también su amigo y VI Arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, en 1980; Koos Koster y otros cinco periodistas holandeses, cayeron en 1982. A ellos, reconocidos todos dentro y fuera del país con nombre y apellido, hay que agregar las personas que igualmente fueron ejecutadas en marzo y sólo son recordadas por sus familias debido al encubridor e infame silencio oficial; también están las que siguen siendo honradas por sus comunidades.

Entre ese universo de seres humanos dignos que son y seguirán siendo evocados cada marzo, hoy toca rendir homenaje a tres mujeres ejemplares que ocupan un lugar privilegiado en la memoria del pueblo salvadoreño, por haber sido incansables e intransigentes defensoras de su dignidad.

La primera de ellas: Marianella García Villas. Fundadora de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, fue emboscada por tropas gubernamentales en una zona ubicada entre el cerro de Guazapa y Suchitoto el 14 de marzo de 1983. En el hecho criminal murió un numeroso grupo de personas, casi todas de origen campesino. Se afirma que Marianella fue capturada aún con vida y trasladada en helicóptero a un cuartel, donde fue violada sexualmente y torturada de otras formas, para luego ser asesinada.

Nueve días después, la Comisión Española por los Derechos Humanos y la Paz en El Salvador publicó en el periódico “EL PAÍS” un artículo colectivo en “homenaje a su memoria, a su trabajo, al holocausto de su vida dedicada –con una categoría profesional y ética absolutamente excepcionales– a la causa del pueblo salvadoreño y la defensa de sus derechos y libertades”. Encabezaba el pronunciamiento que incluía la denuncia enérgica de la barbarie en nuestras tierras, la firma del primer Defensor del Pueblo español: don Joaquín Ruiz-Giménez.

Quince meses antes, el 11 y 12 de diciembre de 1981, habían sido masacradas alrededor de mil personas en el cantón El Mozote y sus alrededores, en el departamento de Morazán. El ejército criminal no distinguió sexo ni edades. Pero quedó una víctima sobreviviente: Rufina Amaya, quien con su testimonio valiente desenmascaró la versión oficial al denunciar dentro y fuera del país la verdad de los hechos.

“Yo vi a mi madre siete días después… –cuenta Fidelia Márquez Amaya, hija de Rufina– Me impactó verla, estaba como un esqueleto, toda transparente, pálida y los ojos inflamados de llorar… Me vio y habló… Me dijo: ‘Todos los niños se me murieron… Todos quedaron allá, toda la gente las mataron… Dios me ha salvado… Dios me ha elegido para algo”. Y cumplió con los designios del Creador, proclamando la verdad de lo ocurrido y señalando a sus responsables hasta el día que partió físicamente de este mundo: el 6 de marzo del 2007.

Veinticuatro días después, el 30 de marzo, la siguió María Julia Hernández. A ella, el Instituto de Derechos Humanos de la UCA le dedicó las siguientes palabras:

Murió ya la madre de las víctimas salvadoreñas y la hermana mayor de quienes intentan hacer valer los derechos humanos en El Salvador. Madre ternura y hermana ejemplar; mujer de la denuncia clara e intransigente. Se fue en marzo. No podía ser en otro tiempo. Romero, Rutilio, Rufina y Marianella también partieron entonces y por eso la llevaron a su lado en este mes martirial tan simbólico. Se fue María Julia. ¿Adónde está? ¿Adónde se ha ido?

Adonde siempre. Al lado de las víctimas, acompañándolas; y frente a los victimarios, encarándolos. En la primera fila de la batalla contra la injusticia y la impunidad, buscando y encontrando a las y los mártires que desapareció un infame Estado, hecho crimen organizado para enfrentar –sin vergüenza– a un pueblo en lucha por su liberación. Al lado de ese pueblo que sigue sufriendo y que –con su partida– sufre más pero se inspira para buscar y encontrar la verdad, la justicia y la paz.

Que no se sientan aliviados los terroristas de Estado con su ausencia física. Si pueden, mejor tiemblen de remordimiento y arrepiéntanse de sus crímenes porque María Julia no les dio ni les dará tregua. En vida derramó en esta tierra su dignidad para dignificar a las víctimas y, con ellas, revertir la historia de maldad. Hoy al lado del Padre, junto a Romero y Rutilio, Marianella y Rufina, continuará infundiéndole valor al pueblo salvadoreño, aún crucificado pero en camino hacia su resurrección”.

A la fecha, ninguna de ellas ha muerto. Las tres alzaron el vuelo en el marco del día internacional de la mujer, pero para convertirse en inspiradoras y representantes de millones de salvadoreñas que –desde sus condiciones de vulnerabilidad– luchan por sus hijas y sus hijos, pero también de aquellas que libran sin tregua la batalla para que otras hijas y otros hijos vivan en un nuevo El Salvador, donde se pueda disfrutar de una paz cierta cimentada en la verdad y la justicia.

lunes, 7 de marzo de 2011

Un buen consejo de un buen pastor

El primer día de este marzo −el mes cuando se conmemora en el país y el mundo el XXXI aniversario del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero− Mauricio Funes lanzó a la palestra pública un anuncio que causó sorpresa y generó adhesiones, pero también interrogantes y cuestionamientos entre la sociedad y la “clase política” salvadoreñas. Dentro de poco creará por decreto ejecutivo un “consejo consultivo” en el cual, según la información de Casa Presidencial, participarán los cuatro mandatarios que le precedieron en el cargo y los dirigentes máximos de los partidos políticos con registro legal. El fin de esta iniciativa será “establecer una mesa de diálogo con los actores políticos” para abordar “temas de Nación” y, así, “impulsar la unidad nacional”.

Esta decisión, que además ha causado alboroto entre el “voto duro” del partido en el que se subió para alcanzar el “cambio”, a simple vista parecería ser una reacción casi inmediata a unas declaraciones recientes de Alfredo Cristiani. El presidente del Consejo Ejecutivo Nacional del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), criticó el llamado a dicha “unidad nacional” hecho por Funes al inaugurar las celebraciones del bicentenario del “primer grito” independentista en Centroamérica. Pide eso −dijo Cristiani− mientras “ataca a la oposición política, a los empresarios y a media humanidad... Se le olvida que fue agresivo en una oportunidad y llama a la unidad en otra”. Y agregó que había “cerrado la comunicación casi por completo” con ARENA.

Las especulaciones sobre el origen de este nuevo “consejo” −que se suma al tan comentado y por momentos criticado Consejo Económico y Social (CES), junto a otros entes similares pero menos conocidos y conflictivos− van desde otro posible “arrebato” de Funes, el interés de mostrarse ante Barak Obama como un verdadero estadista y el desconocimiento de nuestra historia política cercana por parte de uno de sus principales asesores, hasta considerarla una “jugada magistral” para acorralar a Cristiani.

Dejando de lado esas y otras cavilaciones, vale la pena pasar lista a ciertos integrantes del “consejo consultivo” que se está cocinando en Casa Presidencial; pero, especial y muy puntualmente, a algunos hechos destacados de sus trayectorias.

Comencemos por el mismo Cristiani, quien un día antes de la presentación del informe de la Comisión de la Verdad reclamó a la Asamblea Legislativa una amnistía amplia, absoluta e incondicional para los responsables de graves violaciones de derechos humanos, crímenes de guerra y delitos contra la humanidad. Su vehemente exhortación a través de una cadena nacional de radio y televisión, hecha el 14 de marzo de 1993, fue diligentemente atendida. Así, cinco días después del “nacimiento” de una necesaria y sanadora verdad que debía crecer hasta alcanzar la justicia y traernos la paz, sus incondicionales decidieron fortalecer la impunidad en el país. Las consecuencias de ello, hoy las sigue pagando El Salvador a un precio muy alto: ese “borrón” sólo trajo una “cuenta nueva” de cuantiosas muertes violentas intencionales que no para.

Armando Calderón Sol es el artífice del Pacto de San Andrés, que impuso obedeciendo los dictados de organismos financieros internacionales en el marco del desdichado y perverso Consenso de Washington. Fue él quien continuó avanzando fielmente por la ruta que marcó Cristiani, en detrimento de las mayorías populares y a favor de los poderes reales. Durante su mandato eso se tradujo, sobre todo, en despidos masivos dentro del sector público y la consumación del proceso privatizador.

Francisco Flores, en alguno de los momentos que bajó a la realidad en medio de su administración, dolarizó la economía nacional sin consultarle a nadie. Por más de una década, esa medida autoritaria ha impactado duramente la vida de los sectores más pobres del país. Para rematar, con el retorcido fin de levantar electoralmente a su partido ARENA inauguró la “mano dura” contra las maras y pandillas; además promovió la aprobación de una ley para combatirlas, que se caía en pedazos por las aberrantes inconstitucionalidades de su contenido.

El llamado “populismo punitivo” que desató, sólo logró incrementar la inseguridad y la violencia. Y hablando de políticas populistas, a Flores lo sustituyó el mejor exponente de las mismas: Antonio Saca, quien también ocupará su sitial en el “consejo consultivo” que está por crearse. Estos cuatro conocidos personajes “aconsejarán” al mandatario, en caso de solventarse los condicionamientos que los tres primeros han puesto para participar. ¡Mucho cuidado!

De aconsejárselo, ¿deberá decidir Funes si acude a las figuras más relevantes de la “Tandona” −el alto mando militar durante la guerra, que luego fue protegido por Cristiani− para que “salve” al país de las maras y las pandillas, como sus voceros aseguran haberlo hecho de los “delincuentes terroristas” y la “agresión comunista internacional”? ¿Qué hará si desde el “consejo consultivo” le recomiendan la “mano mega dura” con pena de muerte, ley marcial, estado de sitio y la creación de grupos paramilitares, para ganar la “guerra” actual? Y si en materia económica le sugieren un subsidio generalizado a los combustibles, ¿qué resolverá?

Además “enriquecen” este nuevo espacio −una especie de “CES VIP”− los secretarios o coordinadores generales de los partidos políticos legalmente activos o resucitados ilegalmente, sobre los cuales también hay bastante de qué hablar. ¿Le sugerirán mantener la Corte de Cuentas como tapadera de la alta corrupción, aunque cambie su presidente dentro de unos meses; que la Fiscalía General de la República siga en manos pusilánimes para combatir la impunidad; que no se detenga a todos los que planificaron, ordenaron y asesoraron el encubrimiento en la masacre de los seis sacerdotes jesuitas y sus dos colaboradoras, cuando en la Audiencia Nacional de España se libren las respectivas órdenes de captura internacionales si así ocurre?

Entre tanta politiquería y los varios consejos creados o por crearse, para alcanzar la tan ansiada “unidad nacional” y no equivocar el camino conviene mejor aconsejar al presidente Funes. Pero no desde la “llanura”, sino desde el mensaje profético de quien dice es su “guía espiritual”: monseñor Romero. A quienes lo escuchaban en la Universidad de Lovaina, Bélgica, el 2 de febrero de 1980 –cincuenta días antes de su muerte martirial– este buen pastor estableció la guía esencial para buscar y encontrar lo que debe ser el criterio que una en lo esencial al país y evite que no estalle de nuevo:

“…en lugar de detallarles todos los vaivenes de la política en mi país, he preferido explicarles las raíces profundas de la actuación de la Iglesia en este mundo explosivo de lo socio-político. Y he pretendido esclarecerles el último criterio, que es teológico e histórico, para la actuación de la Iglesia en este campo: el mundo de los pobres […] Insertarnos en el proceso socio-político real de nuestro pueblo; juzgar de él desde el pueblo pobre e impulsar todos los movimientos de liberación que conduzcan realmente a la justicia de las mayorías y a la paz para las mayorías”.

La justicia proclamada y reclamada por Romero pero negada por los poderes reales y formales, seguirá siendo el principal obstáculo ante cualquier intento por lograr la “unidad nacional”. Sólo cuando desde el discernimiento encarnado en las mayorías populares se avance hasta alcanzar el bien común, trabajando con éstas para su liberación del mal, será posible concretarla en nuestro país. Ahí –abajo y adentro, no arriba y afuera– es donde hay que forjarla. Mientras, por más acuerdos y consejos políticos habidos y por haber, seguirá siendo tan solo una ilusión.

Benjamín Cuéllar


* Artículo publicado en Contrapunto (hacer click para ver)

jueves, 3 de marzo de 2011

ACTIVIDADES Festival Verdad

Estimadas personas que leen este blog, compartimos la información de todas las actividades del Festival Verdad y esperamos que nos acompañen en cada una de ellas. Para leer el afiche pueden hacer click en él.