viernes, 1 de agosto de 2014

NECESITAMOS UNA POLICÍA COMUNITARIA Y CIVIL

Editorial Radio Revista Sembrando Futuro 

31 de julio del 2014

Nuestra actual policía nació de los acuerdos de 1992 para sustituir a los llamados cuerpos de seguridad (es decir, Policía, Guardia Nacional y Policía de Hacienda). Estos cuerpos de seguridad dependían en autoridad del Ejército y compartían la mentalidad castrense: la disciplina militar y la mentalidad de seguridad nacional. La policía era hasta 1992 una especie de policía militar.

Para la nueva policía que se creó en 1992 se establecieron cuotas. Parte de la nueva membresía vendría de los mandos y efectivos de la policia antigua e incluso del ejército; otra parte vendría de elementos de parte del FMLN y otros de origen no definido. Claro está, todos debían pasar por un proceso de readiestramiento y reeducación a fin de convertirse en el nuevo ente de seguridad pública.

Una cosa vale la pena destacar: la nueva policía nació con un apellido que a veces se olvida. Su apellido es civil. Este no es gratuito. Por supuesto, esto en contraposición a la mentalidad y dependencia del ámbito de lo militar. La nueva policía quería ser civil y compuesta por civiles. Los y las policías no son militares ni deberían tener disciplina militar (si deben ser disciplinados, pero no militarizados) ni corresponderse con gestos ni actitudes militares.

Esto es porque históricamente los ejércitos han estado separados de la población... de los civiles como dirían ellos. Ese fue el caso de la mayor parte de las fuerzas armadas a lo largo del continente en los años sesenta y setenta. Por supuesto, hay y ha habido excepciones a la regla. Por ello, cuando hablamos de una policía comunitaria, estamos hablando de una policía que se sabe que proviene de la propia comunidad, que convive con ella, que respira con ella y se nutre de ella. Le cuida porque sabe que ahí en la comunidad convive su pareja, su madre, su padre y sus hijos. No tiene necesidad de reprimirles, ni de hacer "uso escalonado de la fuerza".

En El Salvador no tenemos una policía comunitaria y además se les olvida que es una policía civil. Lo peor de todo es que han llegado a creer muchos de ellos que sólo hay una forma de ser policía y que ser civil o comunitario no pega. Y digo ellos, porque me parece que hay mujeres policía que precisamente demuestran que se puede ser buen policía y con ternura.

¿Porqué han fracasado diversas iniciativas para impulsar la policía comunitaria? ¿Por qué a pesar de esta o aquella propuesta no aparece la transformación? En la policía, como en nuestra cultura de violencia, sobreviven rasgos autoritarios, militaristas. Unos rasgos que necesitamos progresivamente erradicar. La policía debe ser civil y comunitaria.

Luis Monterrosa
Director IDHUCA

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