Editorial Radio Revista Sembrando Futuro,
jueves 28 de agosto del 2014
Juventud
y derechos humanos corresponde a una combinación de realidades críticas y
sugerentes… De la juventud hemos tendido a admirar su energía, el talante de
cambio y de rebeldía. Por supuesto, no suele ser bien visto por los sectores o
que bien detentan algún tipo de poder o bien acumulan años, a veces años de
experiencia, a veces años sin experiencia. En este contexto suele aparecer el
problema del adultocentrismo, asunto padecido por los que en su juventud
reclamaron derechos, pero que con el tiempo se aquietaron y abandonaron su
juventud, de cuerpo y espíritu para
defender el status quo.
Lo
que fundamentalmente reclama la energía y presencia de la juventud son
derechos. Tres son los elementos clave señalados: participación, oportunidad y
respeto. En primer lugar, participación. Esto adquiere diversas dimensiones. Se
expresa no sólo como derecho político, sino también en familia, en la
comunidad. Por ello es clave en todo proceso de cultura de paz, prevención de
la violencia y promoción de derechos humanos priorizar y promover el
protagonismo juvenil. A fin de que el discurso se lleve hasta sus últimas
consecuencias, es necesario conceder espacios reales de toma de decisiones en
las organizaciones juveniles (y que no sólo dependan del adulto dirigente de la ONG ) y también en el espacio
político (no son gratuitos los encontronazos acaecidos entre un joven candidato y
su rival, que le aventaja en años).
En
segundo lugar, la juventud espera encontrar oportunidades o al menos la
posibilidad de construir esas oportunidades. Estas oportunidades esperadas son
tanto educativas, seguir estudiando persiguiendo sueños; son económicas, porque
no se vive sólo de sueños sino del desarrollo material mismo… el futuro del
país depende de las oportunidades que construyamos y dejemos a nuestra propia
juventud. Y hoy por hoy, las oportunidades que nuestra sociedad concede son
escasas.
Por
ello mismo, en tercer lugar, es crucial pensar en la necesaria concesión de
respeto que la juventud se merece y necesita. Seguimos estigmatizando a la
juventud, muchas veces declarándola sospechosa por su figura (eso se llama
prejuicio), desconfiando de su propuesta subversiva y rebelde que busca cambiar
el mundo. Olvidamos los más adultos que fuimos jóvenes y quisimos cambiar el
mundo.
Participación,
oportunidades y respeto es la concreción de los derechos que la juventud aspira
y que como sociedad no deberíamos más que permitir que la juventud los haga
reales.
Luis
Monterrosa
Director
del IDHUCA
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