viernes, 29 de agosto de 2014

JUVENTUD Y DERECHOS HUMANOS


Editorial Radio Revista Sembrando Futuro, jueves 28 de agosto del 2014

Juventud y derechos humanos corresponde a una combinación de realidades críticas y sugerentes… De la juventud hemos tendido a admirar su energía, el talante de cambio y de rebeldía. Por supuesto, no suele ser bien visto por los sectores o que bien detentan algún tipo de poder o bien acumulan años, a veces años de experiencia, a veces años sin experiencia. En este contexto suele aparecer el problema del adultocentrismo, asunto padecido por los que en su juventud reclamaron derechos, pero que con el tiempo se aquietaron y abandonaron su juventud, de cuerpo y espíritu  para defender el status quo.

Lo que fundamentalmente reclama la energía y presencia de la juventud son derechos. Tres son los elementos clave señalados: participación, oportunidad y respeto. En primer lugar, participación. Esto adquiere diversas dimensiones. Se expresa no sólo como derecho político, sino también en familia, en la comunidad. Por ello es clave en todo proceso de cultura de paz, prevención de la violencia y promoción de derechos humanos priorizar y promover el protagonismo juvenil. A fin de que el discurso se lleve hasta sus últimas consecuencias, es necesario conceder espacios reales de toma de decisiones en las organizaciones juveniles (y que no sólo dependan del adulto dirigente de la ONG) y también en el espacio político (no son gratuitos los encontronazos acaecidos entre un joven candidato y su rival, que le aventaja en años).

En segundo lugar, la juventud espera encontrar oportunidades o al menos la posibilidad de construir esas oportunidades. Estas oportunidades esperadas son tanto educativas, seguir estudiando persiguiendo sueños; son económicas, porque no se vive sólo de sueños sino del desarrollo material mismo… el futuro del país depende de las oportunidades que construyamos y dejemos a nuestra propia juventud. Y hoy por hoy, las oportunidades que nuestra sociedad concede son escasas.

Por ello mismo, en tercer lugar, es crucial pensar en la necesaria concesión de respeto que la juventud se merece y necesita. Seguimos estigmatizando a la juventud, muchas veces declarándola sospechosa por su figura (eso se llama prejuicio), desconfiando de su propuesta subversiva y rebelde que busca cambiar el mundo. Olvidamos los más adultos que fuimos jóvenes y quisimos cambiar el mundo.

Participación, oportunidades y respeto es la concreción de los derechos que la juventud aspira y que como sociedad no deberíamos más que permitir que la juventud los haga reales.

Luis Monterrosa

Director del IDHUCA

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