Editorial Radio Revista Sembrando Futuro, 21 de agosto del 2014
El
pensamiento conservador comparte una visión política determinada sobre el mundo,
que implica, unos supuestos éticos respecto del bien y el mal. Esta perspectiva
define también una visión sobre el delito y las respuestas ante el delito: le
corresponde una visión retributiva
del delito. Esto implica la imposición de una pena, entendida como la imposición de algún tipo de dolor y
castigo. La persona debe pagar por lo que hizo. Eso es lo que acontece en la
cárcel, puesto que escasamente hay ejemplos de rehabilitación carcelaria. El
nombre de “La Esperanza ”
para uno de los Centros Penales más importantes del país, en realidad es un
sarcasmo de primer orden.
Si
la condena a prisión nunca ha resuelto nada, ¿por qué continuamos enviando a
prisión a gente como una respuesta ante el delito y la conducta incorrecta?
¿Qué podemos hacer para reparar el daño social ante la pérdida de una vida
humana, pero también, para abordar las causas estructurales que contribuyen a
la pérdida de esa vida? ¿Cuáles son las medidas alternativas que pueden
administrarse, distintas de la cárcel y que puedan conducir a la rehabilitación
y la reparación? ¿Cómo asumimos en tanto comunidad a las partes ofensoras y las
víctimas en su proceso de rehacerse humanamente? Estas preguntas son válidas
tanto en los casos de justicia común, como en los casos de delincuencia
juvenil. Son preguntas válidas así que subyacen a la Plataforma por la Libertad de las 17. El
reto de la justicia no es garantizar que la gente pague dolorosamente por lo
que hizo; el reto de la justicia es el de encontrar medidas favorables ante las
necesidades de las víctimas y los ofensores que garanticen reparación,
rehabilitación, responsabilidad y sobre todo el abordaje de las causas que han
llevado a la conducta en corrección.
En
el Instituto de Derechos Humanos de la
UCA creemos en la justicia restaurativa. Reprobamos los
intentos del pensamiento conservador de criminalizar la búsqueda de
alternativas a la prisión, a la imposición de la pena y el castigo. Por el
principio básico de cultura de paz que promueve el diálogo como modo de abordar
los conflictos, toda la sociedad debería poder prestar atención a las diversas
propuestas y planteamientos y no simplemente encerrarse, señalar acusadoramente
y criminalizar. El punto crucial no es a favor o en contra del aborto, sino si
nos movemos más hacia una sociedad que castiga o hacia una sociedad que busca
alternativas; si nos movemos más hacia una sociedad que escucha a la razón o
hacia una sociedad donde grupos imponen a la fuerza sus ideas y criminaliza lo
diferente.
La
invitación es a renovar el pensamiento, a buscar la justicia entendida no como
castigo, sino como la búsqueda del respeto a la dignidad para todas y todos.
Luis
Monterrosa
Director
del IDHUCA
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