Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS?
El IDHUCA se une al mundo respetuoso de los derechos humanos, para condenar enérgicamente el golpe de Estado en Honduras. Los militares de ese país detuvieron y expatriaron al presidente Manuel Zelaya, pisoteando la legalidad y las instituciones. La Carta Magna hondureña manda qué hacer ante eso. “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador –señala su artículo 3– ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen”.
Este suceso repudiable recuerda un oscuro pasado que se creía superado. Hace años, era usual que los uniformados en la región se declararan “defensores del Estado” y destituyeran gobiernos por la fuerza, arropados en la doctrina de la “seguridad nacional”, para instalarse en el poder o colocar civiles sometidos a sus designios. Tras ellos estaban, siempre, poderosos grupos económicos y políticos. La última revuelta de esas ocurrió en Venezuela, el 13 de abril del 2001.
Pero hoy, el planeta entero mira al vecino país con la misma preocupación de antaño. Hace tres décadas, El Salvador también se contaba entre los países con esos problemas. ¿Ahora no? ¡Ojala! Aunque hay atrevidos columnistas domésticos que justifican semejante retroceso, afirmando que “es un claro mensaje para aquellos gobernantes latinoamericanos que quieran irrespetar el orden constitucional establecido en cada uno de los países”.
Que este señor diga eso, ya no asusta. Sólo es una raya más en el tigre, si se compara con otra afirmación y con quien la lanzó. Es lamentable que el militar retirado, general Carlos Humberto Corado, crea que el fin justifica los medios. El ex ministro de la Defensa Nacional dijo: “Los militares hondureños analizaron eso con las otras autoridades del Estado sureño y determinaron que era mejor abortar este proceso en este momento, que dejarlo que se profundice porque el día de mañana podía ser algo inconveniente para los intereses del país”. ¡Cuidado señores!
El general Corado no es considerado “duro”. Pero hay otros altos oficiales jubilados que sí lo son y en extremo. ¿Actuarían igual que sus colegas “catrachos” si consideran que deben poner orden por la falta de Fiscal, la acefalía en la Corte u otra cosa? ¿Qué tal si deciden que Mauricio Funes está haciendo algo “inconveniente” para el país? O, más bien, para los dueños del país.
Los militares, ni están “chavos” ni son del “ocho”; tampoco existe “Superman”. Las Fuerzas Armadas, sean hondureñas o salvadoreñas, no son las responsables de defender la Constitución y las instituciones democráticas. Sólo el pueblo salva al pueblo. Por eso, lo que hoy se necesita es más y mejor ciudadanía: inteligente, creativa, fuerte y firme.
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