jueves, 11 de septiembre de 2008

HERIDAS ABIERTAS, POLÍTICOS CERRADOS


En septiembre, cuando la Nación celebra su independencia, la “tandona” y miles de veteranos militares salieron a marchar en público. Ante eso, mucha gente –en el silencio impuesto– evocó a sus seres queridos torturados, desaparecidos o asesinados por algunos de estos. Los belicosos sonaron de nuevo los tambores de guerra, vociferando en defensa de la amnistía que les ha permitido tener “buen nombre”, opinar en los medios de difusión –como si se tratara de sensatos analistas– y amenazar con reaccionar ante determinada acción del “otro”. Y la “pedrada”, dicen, será del tamaño del “sapo”. Eso niega que El Salvador sea un país “reconciliado”. Todas las campañas electorales son polarizadas, desafiantes y peligrosas, dentro de una sociedad excluyente e insegura donde los que antes se disparaban siguen sin llegar a pactos mínimos y sus militantes continúan enfrentándose violentamente.


Esa amnistía no es “la piedra angular de la paz”; ni siquiera fue parte de los acuerdos. Ha sido piedra de tropiezo al impedir que estructuras criminales se desmontaran; así, escuadrones de la muerte asesinaron a Darol Francisco Velis y a Ramón Mauricio García Prieto en “tiempos de paz”. Luego, la “Sombra negra” exterminó pandilleros. Hay quienes afirman que continúan operando. Pero además de los militares, el FMLN y su candidato se niegan a derogarla aunque antes promovían lo contrario. Ya se entonaron con los aspirantes y después presidentes de ARENA, al decir que se abrirían heridas; “que tenemos que ver hacia el futuro, no más hacia el pasado”.


Mejor. Así, la lucha por la justicia al fin perdió el color partidista que maliciosamente le asignaron los victimarios para desprestigiarla. Ahora, ambas fuerzas políticas –responsables de graves violaciones de derechos humanos– coinciden en su discurso sin escuchar a quienes deberían ser protagonistas principales: las víctimas y sus familiares, a las cuales corresponde decidir si perdonan o no después de conocer verdades tan elementales como, por ejemplo, el paradero de sus seres queridos.


Estas heridas siguen abiertas y no las cierra la “buena voluntad” de un candidato. Pero hay que cerrarlas, para no cometer de nuevo errores pasados. Hay  que encarar, pues, la impunidad que permitió enterrar a decenas de miles de víctimas en 1932 junto con la justicia. ¿Tuvo algo que ver eso con lo que ocurrió después? ¡Sí! Abrió la posibilidad de “resolver”, con la violencia militar y policial, problemas estructurales del país que debían superarse mediante la existencia y el funcionamiento correcto de instituciones democráticas. Por eso, el país vivió su peor tragedia entre 1970 y 1992. También se arraigó la mala costumbre de “solucionar” así problemas entre particulares. Así, El Salvador es hoy y desde antes del conflicto, uno de los países más violentos del planeta.


1 comentario:

PICHIRUCHI dijo...

Ley de amnistía: La ingratitud de El Salvador para con la humanidad.

“el crimen contra la humanidad podría concebirse en el triple sentido de crueldad para con la existencia humana, de envilecimiento de la dignidad humana, de destrucción de la cultura humana. Comprendido dentro de estas tres acepciones, el crimen de lesa humanidad se convierte sencillamente en “crimen contra todo el género humano”. Sr. Doudou Tima, Relator Especial para el Código de Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad, ONU.

Cada día que pasa, mi desilusión por la forma de pensar y de vivir de los salvadoreños crece a un ritmo vertiginoso, y con ello, se reduce mi interés por ser parte de esta nación... Esas ganas de vivir en El Salvador, contribuir a su progreso, no encuentran tierra fértil por estar rodeado de gente que carece de los más elementales principios de justicia y convivencia social.

Muestra de ello es la discusión abierta respecto de la abrogación de ley de amnistía. Políticos, ciudadanos comunes, empresarios, asalariados, intelectuales, jóvenes, viejos, en fin, el grueso de salvadoreños opina que dicha ley no debe de ser eliminada... El salvadoreño promedio está por el olvido de las injusticias, por la impunidad... ¿Pregúntese a las victimas si las heridas están cerradas? ¿Estará reconciliada la sociedad salvadoreña?

En un país realmente democrático no debería de haber tanta polémica sobre un tema de esta índole, pues, por estar el Estado, en este caso el salvadoreño, sujeto a cumplir con las obligaciones que el derecho internacional de los derechos humanos le impone, debe de juzgar a los que hayan cometido crímenes contra la humanidad o de guerra, sean agentes estatales o particulares... Nótese que no discrecional esta acción, sino, un imperativo para el Estado.

Lo anterior en razón que dichos crímenes no prescriben, es decir, pueden ser juzgados sus hechores sin importar la época del cometimiento del crimen, ya sean 30 o 40 años atrás; además, por ser crímenes contra la humanidad, éstos pueden ser juzgados por las autoridades judiciales de cualquier Estado en donde los involucrados se encuentren... No observar esto se convierte en una afrenta para con la humanidad por parte de los salvadoreños.

En este sentido, para cumplir con su deber para con la humanidad, el Estado salvadoreño tiene la obligación de abrogar- más por simbolismo- la ley de amnistía, levantar la reserva a la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, adherirse al estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, y como consecuencia, llevar ante los tribunales de justicia a todo involucrado en tales delitos... Lo anterior dotaría al Estado de “un gobierno con sentido humano”.

Esto es claramente una prueba a la institucionalidad nacional, cita para la cual, por desgracia, nuestra sociedad e instituciones no están preparadas... Ahora bien, como la ley se promulgo al inicio de los años 90’s el incumplimiento de la referida obligación estatal es atribuible a los gobiernos de ARENA.

Estos gobiernos han pregonado que cumplir con su obligación internacional implicaría “abrir heridas”, generar inestabilidad, poner en enfrentamiento al país, volver al pasado etc... Las verdaderas razones de ese incumplimiento estatal no son otras que las tendientes a dar protección a todos aquellos que violaron los derechos humanos en tiempo de guerra... Esto es lógico en un país en donde la impunidad es la regla y la justicia y verdad las excepciones... En este sentido, de ARENA jamás podemos esperar reparación, verdad, ni mucho menos justicia.

Del FMLN siempre se escuchó que apoyaba la abrogación de la ley de amnistía, lo cual llenaba de esperanza en cuanto a descubrir la verdad e impartir justicia... Es decir, erigir una nueva forma de hacer las cosas en el país. Eso también implicaba para el FMLN asumir las consecuencias legales de tal decisión, representadas en juicios en contra de sus líderes. No obstante esas intenciones, Mauricio Funes dejó en claro que tanto él como Presidente y la fracción legislativa del FMLN no entablarán alguna acción tendiente a enjuiciar a los violadores de derechos humanos, todo bajo los mismos argumentos de ARENA... Esta declaración me desalienta y me hace preguntarme: ¿Cuál cambio de fondo ofrece el FMLN en lo relativo a justicia y verdad?

Respetar los derechos humanos y castigar a sus trasgresores es al final de cuentas, una cuestión de establecer la verdad, procurar el imperio de la justicia, pero sobre todo, es cuestión de humanidad... No hacerlo es pisotear la poca humanidad que aún nos habita a los salvadoreños.