martes, 30 de junio de 2015
lunes, 25 de mayo de 2015
Siete puntos desde Monseñor Romero, Beato de El Salvador
2. Desigualdad. Un informe reciente de OXFAM sobre
la desigualdad en El Salvador indica que 160 millonarios concentran una
riqueza que equivale al 87% de la producción nacional. Para 2013, el
20% de la población más rica concentró el 48.4% de la riqueza, mientras el 20%
más pobre tan sólo recibió el 4.9%. Estas son cifras escandalosas. Son
pecaminosas. El país necesita una seria transformación de fondo.
3. Los Pobres. Nuestro país sólo tendrá sentido “cuando el pobre crea en el pobre” y
deje de creer promesas de campaña; cuando la Iglesia mantenga permanentemente
su espíritu de conversión y vea el mundo con los ojos misericordiosos de Jesús y
proclame la buena noticia a los pobres. No
se lee igual el evangelio en una choza que en un palacio.
4. La celebración. Su fiesta tiene que haber sido
sobre todo una fiesta popular… una larga mesa con manteles largo que dijo
Rutilio en una homilía. Monseñor Romero, que se negó a asistir a la toma de
posesión del General Romero porque como acto político – diplomático se
pretendía percibir el respaldo de la Iglesia al régimen autoritario que venía
desde los años 30. El acto de
beatificación puede ser todo menos un acto político – diplomático.
5. La Iglesia. La Iglesia es una iglesia de los
pobres. Esto no es expresión ideológica de nada. Es puro evangelio: “bienaventurados
los pobres…”; “pasa más fácil un camello por el ojo de una aguja…”. Esto supone
no perder el talante profético: “yo no puedo callar, no puedo ser indiferente”.
La injusticia se denuncia y una labor importante de la Iglesia es la denuncia
profética. ¡qué vamos a hacer si se calla el cantor!
6. Reconciliación.
Efectivamente hay un mensaje de reconciliación en Monseñor Romero. Pero esta
pasa por la verdad, la justicia, la misericordia y la paz. No se trata de un
timorato borrón y cuenta nueva con un intento de hacer amigos cerrando los
ojos. La reconciliación supone un proceso de encuentro con la verdad y la
justicia para hacer la paz con misericordia.
7. Todo supone una lógica
distinta. Cuando se dijo “mi
reino no es de este mundo” se dice también que la manera de entender y
hacer las cosas es totalmente distinta. Es la lógica del reverso de la
historia, la lógica de los pobres, la lógica de la civilización de la pobreza
contra la civilización del capital. Esto suele ser incómodo, porque la verdad
es incómoda.
Luis Monterrosa
25 de mayo de 2015
jueves, 21 de mayo de 2015
COMUNICADO DEL CONSEJO APOSTÓLICO NACIONAL DE GUATEMALA PROVINCIA CENTROAMERICANA DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
Guatemala, manifestamos nuestro apoyo a los clamores que la diversidad de los pueblos
guatemaltecos expresan, a través de las movilizaciones en las ciudades y en el campo.
Estas movilizaciones son signos de esperanza, expresan los anhelos de una sociedad
distinta, activa, donde el ejercicio de la ciudadanía sea una realidad permanente. Esas expresiones adquieren más legitimidad cuando provienen de los diferentes pueblos, orígenes y religiones; todas articuladas bajo similares propósitos. Es importante que esos espacios prosigan y logren articular a más expresiones y sus propias demandas. Está visto que ha llegado el momento para que el gran objetivo sea promover una sociedad para el Buen Vivir: “Yo (Jesús) vine para que tengan vida, y la tengan en plenitud” (Jn 10,10)

Lea el comunicado oficial completo
martes, 12 de mayo de 2015
Monseñor Romero, la represión y la violencia
Monseñor Romero fue declaro mártir in odium fidei: aquellos que le mataron
y que acuerparon su asesinato lo hicieron por odio a la fe que declaraba
Monseñor Romero. Por eso hay que tener muchísimo cuidado con la sempiterna
tentación de convertir al mercado a Monseñor Romero. Es lo más terrible que le
pueda ocurrir a un profeta: que su vida, obra y pensamiento sea trastocado, su
crítica olvidada, su figura descontextualizada.
Uno de los mensajes clave de Monseñor Romero
fue el de exigir el cese de la represión contra las mayorías populares que
exigían justicia y respeto por sus derechos. La represión no es más que el uso
institucional de la violencia que por más institucional y oficial que sea,
sigue siendo violencia. En ese entonces, los cuerpos de seguridad, es decir
Guardia Nacional, Policía de Hacienda y Policía Nacional, en coordinación con
las Fuerzas Armadas era el eje y hechor fundamental de la represión.
Hoy en día presenciamos la tentación de volver a
usos represivos de parte de la Fuerza Armada y de la Policía Nacional Civil (¡que
tantas veces olvida que es civil!). El prestigio y respeto que la Fuerza Armada
ha ganado desde 1992 por su cumplimiento de los acuerdos post-conflicto, corren
ahora el riesgo de deteriorarse por incrementar sus tareas de seguridad
pública. Debemos recordar aquí dos cosas: (1) La fuerza armada no es la
solución y (2) los problemas sociales requieren respuestas sociales.
Estamos al borde de revivir un clima represivo ahora
de parte de la Policía Nacional Civil y de la Fuerza Armada. Por supuesto que
hay que prevenir y perseguir el delito, pero hay que hacerlo de manera
inteligente. Los métodos represivos, que terminan siempre persiguiendo
inocentes y que puede ser fuente de abuso e irrespeto de los derechos humanos,
nunca han resuelto nada.
En los últimos meses hemos conocido de diversas
masacres realizadas por personal uniformado que desarrolla sus operaciones de
una forma ordenada; algunas veces las imágenes evidencian que no ha habido
enfrentamiento sino más bien ajusticiamiento. Están los acontecimientos de
Zacatecoluca, Jucuarán o la represión policial contra estudiantes en Sonsonate
Debemos por tanto elevar la voz junto con
Romero para encender nuestras alarmas y decir “cese la represión” mientras
exigimos soluciones sociales a problemas sociales.
(Bajate la imagen aquí y sumáte a la campaña electrónica)
jueves, 7 de mayo de 2015
Giuliani y las apuestas en seguridad
Vale la pena aún así comentar dos
cosas en este contexto Giulianesco. Innumerables voces han entonado alabanzas a
las propuestas, aun y cuando nada de lo dicho es nuevo. Se habla incluso del
interés del gobierno por contratarle como asesor. Pero ¿dónde quedó todo aquel esfuerzo que
bajo la conducción del PNUD se hizo en el segundo semestre del 2014 para
articular aquella propuesta de El Salvador Seguro? Se botará ahora para dar
paso a la versión Giuliani. Una cosa importante que hay que destacar es que la
apuesta de Giuliani es en seguridad: pero eso no va a resolver la violencia
porque no se enfoca en su prevención. Recordemos: no es lo mismo prevenir la
violencia que prevenir el delito. Lo lamentable es que el discurso cautivador
del consultor newyorkino está condenando al olvido todo el esfuerzo de la
consulta en prevención para apostar a la represión. Después de esto ¿creerá
alguien cuando sea convocado a consulta a algún tipo de Consejo, especialmente al
flamante Consejo de Seguridad y Convivencia? ¿Estará pronto a desaparecer este
Consejo si no es que acaso ya estamos de duelo por ello?
En segundo lugar, hay que ser
honestos y decir que en parte sí hay algo nuevo en el discurso de Giuliani. En
realidad fue un discurso de ventas. Toda la apuesta gira alrededor de: compren
tecnología de punta como medida de seguridad. No debería sorprendernos si luego
nos enteramos que Giuliani es accionista o representante de algún consorcio o
empresa de seguridad norteamericana interesada en que el estado compre sus
productos. Esta ha sido práctica común en diversos ámbitos de las relaciones
internacionales. Después de todo, para algunos en particular el problema de la
violencia y la seguridad no es un problema humano, sino un asunto empresarial.
Y como bien sabemos por lo que vemos de las agencias de seguridad nacionales,
es un buen negocio.
Otra vez, el derecho humano a la
seguridad queda no ya para que pueda ser exigido y garantizado para todos y
todas, sino sólo para aquellos que puedan pagarlo.
Luis Monterrosa
miércoles, 29 de abril de 2015
Del trabajo del día al día del trabajo
Pero
esto no sólo un asunto laboral. En concreto es un reflejo de los términos
excluyentes de la sociedad. Con todo y sus variantes, nuestra formación
económica-social tiene un perfil marcadamente neoliberal con importantes
implicaciones para nuestro comportamiento socio-cultural.
Desde
las innumerables personas a lo largo y ancho del país pasan con el trabajo
del día, del ganarse la subsistencia diaria, de lograrse un minimum
vital, hay que recordar que el mercado sólo va a crear aquellas fuentes de
empleo que puedan maximizar la ganancia del capital. De ahí que no funcionen ni
sean efectivos muchos esfuerzos de instalación de capacidades, de la llamada
responsabilidad social empresarial, de lo que imprudentemente se llama
formación de capital humano (las persona no son capital, son personas),
simplemente porque las aspiraciones de un trabajo digno y decente chocan con la
voracidad del capital y de la dinámica del mercado.
Más
todavía es importante señalar sus vinculaciones con la cultura de la violencia
y su raíz psico-social. Si la causalidad de la violencia reside en el factor
humillación e irrespeto, todo lo que provoque humillación e irrespeto, produce
violencia; todo lo que dignifique y promueva el respeto, previene la violencia.
Las condiciones limitadas para un trabajo digno, promueven un contexto
psico-social y cultural proclive a la violencia. De ahí también su reverso: la
procuración de condiciones dignas en el trabajo es condición inexorable para la
prevención de la violencia.
El
día del trabajo pués nos coloca más allá de las marchas y las proclamas, en un
momento de reflexión en torno al futuro del país, en cuanto al rumbo de su
modelo económico social que necesita ser cuestionado. Bajo las actuales
condiciones el país no es viable. Una sociedad que se rige exclusivamente por
el mercado y la ganancia como criterio social está condenada a la convulsión
social. La opulencia de uno pocos no sólo ofende al esfuerzo de trabajo de
muchos empobrecidos. Es que el nivel de opulencia no puede ser universalizable:
no está al alcance de todos. De ahí que tenga sentido la solidaridad, la
austeridad y los términos de lo que Ellacuría llama la civilización de la
pobreza.
Civilización
de la pobreza se opone a la civilización del capital. Debería ser el horizonate
por donde debemos movernos para la transformación del país.
Luis Monterrosa
Suscribirse a:
Entradas (Atom)