El triunfo de todos
Publicado en la sección Opiniones del Diario CoLatino el 18 de
octubre de 2016.
José M. Tojeira
Por fin el centro de arbitraje CIADI ha
dado la razón a El Salvador. Y no sólo la razón, sino que ha obligado a la Pacific Rim a pagar
una parte de los costos del litigio. Se ha puesto al fin freno a los intereses
desbocados de una empresa minera sin escrúpulos que pedía una enorme
indemnización por el hecho de que no se le permitió abrir minas de cielo
abierto en El Salvador. De nada servía la oposición de los campesinos, de los
grupos y sectores ambientalistas, de la Iglesia Católica
y otras iglesias. La
Pacific Rim – Oceana Gold llegó incluso a editar publicaciones
llamando mentirosos, enemigos de los pobres etc., a quienes se oponían a la
minería a cielo abierto. La insistencia en la seguridad de la minería verde
contrastaba con los constantes derrames de sustancias contaminantes en los
proyectos mineros. Desde el año 2014
ha habido derrames de sustancias tóxicas, sulfato de
cobre, cianuro y otros venenos, en Perú, Argentina, México, Estados Unidos y
otros países. Las empresas mineras, por supuesto, fueron las protagonistas. Si
mencionáramos los casos de derrames contaminantes habidos desde 1990, no cabría
la lista en este artículo. Pero la mentira y el afán de riqueza tenía
empresarialmente más poder que la terrible amenaza que constituiría para un
país tan pequeño como el nuestro un derrame en las partes altas del río Lempa.
Empresas lamentablemente apoyadas por el gobierno de Canadá, al menos en el
momento de máxima tensión en que los campesinos reclamaban el freno de las
prospecciones en el departamento de Cabañas.
En esta lucha hay que honrar
especialmente a la gente sencilla que en medio de un relativo desamparo no
abandonó nunca su lucha. Algunas personas fueron asesinadas, Ramiro Rivera
entre los más conocidos. La resistencia popular no se echó para atrás, incluso
en esas circunstancias claramente alentadas y propulsadas por los intereses
mineros. Nuestra gente no se asustó frente a la amenaza y la muerte, a pesar de
que las autoridades no respaldaron a la población ni con la investigación ni
con la diligencia necesaria. La victoria en el CIADI no ha sido tanto
gubernamental y política, sino sobre todo una verdadera victoria popular.
Exceptuando algunas instituciones fuertes como la Procuraduría de
Derechos Humanos y algunas otras, los poderes habituales de El Salvador no se
complicaron demasiado en el tema. Algunos de nuestros empresarios llegaron a tener una posición intermedia, viendo
pros y contras pero sin pronunciarse. Al final era difícil encontrar a alguno
que se opusiera públicamente a las empresas mineras. Y mucho menos de modo
corporativo. Los campesinos, aun viendo cómo la minera compraba intereses y
personas, a veces de su mismo vecindario, se mantuvieron siempre firmes en su
oposición. Son ellos los que le hicieron un verdadero favor a El Salvador, sin
que seamos capaces a veces de agradecérselo. Un verdadero favor, porque en el
caso de un derrame de tóxicos en la cuenca del río Lempa, los perjudicados no
serían solamente los habitantes de las zonas aledañas, sino las tres cuartas
partes de El Salvador. Gente sencilla nos ha librado de un desastre nacional, y
no los tanques de pensamiento o los poderes terrenales que dominan el país.
Ciertamente los pobres fueron mucho más coherentes que algunos propietarios de
medios de comunicación que pasaron, con más interés en el dinero que en la
ética, los anuncios mentirosos de la minería verde, sedicentemente segura y
animadora del desarrollo humano. Más patriotas los campesinos que algunos
grandes empresarios que no tuvieron problemas en presentarse en público con
Frank Giustra, millonario dueño de Oceana Gold – Pacific Rim. Este millonario
canadiense, calificado como filántropo, dona algunos de sus millones para fines
sociales, siempre administrados desde la riqueza y el poder. Y gana con sus
donaciones la simpatía de políticos, a los que no les importa que el dinero
vaya manchado con la sangre de mineros.
En este
contexto de agradecimiento viene a la memoria la reunión de más de quinientos
campesinos en la UCA,
que llegaron al auditorio Ellacuría para un conversatorio en el que participó,
entre otros, el entonces ministro de medio ambiente, Hugo Barrera que, hay que
decirlo, en aquel momento animó a los campesinos a seguir luchando en la causa
del no a la minería. Esta reunión masiva y de voz potente campesina contra la
minería, sirvió posteriormente como prueba frente a la afirmación de la Pacific Rim en el
CIADI que, mintiendo una vez más, aseguraba que nunca se habían reunido más de
30 o cuarenta personas para protestar contra la minería. Esos campesinos que
dedicaron tiempo, que se movilizaron, que salieron de su ambiente para defender
sus intereses y los mismos intereses de El Salvador, son los que ahora merecen
el agradecimiento nacional.
Una mención especial merece el abogado
Luis Parada. Este salvadoreño es el coordinador del equipo de abogados del
bufete Foley Hoag que representa a El Salvador contra la Pacific Rim. Ha
estado viajando sistemáticamente a El Salvador para hablar con todos. Desde la
gente más sencilla a la más encumbrada. Algunos no le quisieron recibir pero
nunca se desanimó. Ex capitán de la Fuerza Armada y abogado titulado en Estados
Unidos, hombre de un profundo humanismo, y con esa cualidad de ser salvadoreño
y vivir y trabajar profesionalmente en el Norte, ha sido una pieza fundamental
en este arbitraje. Sobre su dimensión humana baste con decir lo siguiente. La
mayor parte de su vida militar la pasó vinculado a la guerra civil salvadoreña.
Pero a principios del año actual participó con un general norteamericano, un
expresidente salvadoreño y un excomandante de las FPL en un foro en Nueva York
sobre los acuerdos de paz en El Salvador. Cuando salió el tema del juicio de
los jesuitas, tanto el exmandatario como el exguerrillero se pronunciaron en
favor de que no hubiera juicio para los militares, ni siquiera por graves
violaciones de Derechos Humanos. Luis Parada y el general norteamericano Mark
Hamilton se pronunciaron por la verdad y por el enjuiciamiento. El ex capitán y
ahora abogado dijo entre otras cosas: “Quienes hicieron ese crimen le hicieron
un grave daño al país y es necesario un esclarecimiento. Hasta ahora nadie se ha
hecho cargo ni ha aceptado su responsabilidad.” Todo un buen ejemplo de un
hermano cercano de los Estados Unidos, sobre cómo debe encararse el abuso de
las transnacionales en el mercado y el abuso de la fuerza estatal dentro de
nuestro país.
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